
Ya el clima, el sol, la lluvia, el viento, los veranos, otoños, inviernos y primaveras había hecho lo suyo y el LNB no daba para muchos mas, así que lo bajé y lo dejé a un costadito, pero a mano para buscarle una solución.
"Encintar" la tapa no servía ya que al tocarla se seguía resquebrajando.
Y ahí quedó hasta que una inspiradora mañana en el lavadero me surgió una idea y una corazonada decía que la medida era exacta y lo fué!




Fue así como este LNB, ya recuperado, volvió a dar batalla.






